Joaquina de Vedruna nació en Barcelona el 16 de abril de 1783. Vivió junto a sus hermanos una educación austera, rica en aquellos valores que dan garantía a una personalidad destacada.
Desde niña amó la vida, la naturaleza y el trabajo. Se distinguió por su facilidad para conversar con el Señor y para descubrirlo en los acontecimientos de la vida. A los doce años pidió el ingreso a un convento de Carmelitas Calzadas. Mientras esperaba el plazo para ser admitida, obedeciendo a sus padres y creyendo cumplir la voluntad divina, se casó a los 16 años con Don Teodoro de Mas, y vivió con él en perfecta sintonía de ideales.
Tras un primer momento de angustia, halló una nueva manera de entregarse a Dios viviendo con toda lealtad su condición de esposa y madre de nueve hijos.
Asumió la plena responsabilidad de su hogar al quedar viuda a los 33 años. Su condición familiar y la difícil situación política de España, le significaron preocupación, sufrimientos y ajustes económicos que enfrentó a la luz de una experiencia divina y abandonada a la voluntad del Señor.
Cuando crecieron sus hijos, juzgó ser el momento de entrar en el claustro, pero el encuentro providencial con el apóstol capuchino, Padre Esteban de Olot, orientó sus aspiraciones hacia la fundación de un Instituto con fines apostólicos de educación y salud.
El 26 de febrero de 1826, asociada a nueve compañeras, fundaba en Vic. (España) en su casa del Manso Escorial, el Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad.
Su pedagogía es práctica y está inspirada en su concepción de la vida, equilibrada y realista. Valora el educando, promoviendo la formación de la responsabilidad, el amor al trabajo y la valoración de la sencillez, en un clima de amor y de amistosa relación con los jóvenes.